lunes, 29 de marzo de 2010

Nieve en Nueva York


No ocultamos que Nueva York es nuestra ciudad fetiche, el lugar al que nos iríamos a vivir con los ojos cerrados. Para nosotros es la CIUDAD. Por eso no es de extrañar que en los últimos cuatro años hemos visitado la Gran Manzana una vez por año. Esto nos ha permitido ver NYC en diferentes épocas del año y descubrir lo mucho que cambia de una época a otra. Nuestro segundo viaje a la capital del mundo fue en febrero de 2007, garantía de frío, nada que ver con el extremo calor que habíamos sufrido en julio del año anterior. Pese al mes del calendario, el buen tiempo nos acompañó, pero viajar en ese momento nos permitió ver Nueva York nevado, un auténtico espectáculo.



Pasear por las calles era un poco peligroso porque la nieve acumulada en las aceras se había endurecido y helado y mantener el equilibrio era un auténtico logro. Pero merecía la pena. Las estampas de esos rascacielos emergiendo desde los parques nevados no tenían precio para el objetivo de nuestra cámara. Ya desde el aeropuerto disfrutamos con las imágenes de la pista nevada, las casas unifamiliares rodeadas de nieve, las vías del tren con restos... No era el temporal al que nos tienen acostumbradas las televisiones cada año, pero sí había la suficiente nieve como para cambiar la imagen del paisaje sin impedirnos disfrutar del viaje.



Hasta la Estatua de la Libertad lucía decorada en su base por los restos de nevadas anteriores, concediéndole una imagen muy especial. Lo mismo que la preciosa vista que hay desde Brooklyn de los rascacielos de Manhattan, que con la nieve caída lucían de una forma espectacular.



Sin embargo, nada como Central Park. El parque más famoso del planeta cambiaba radicalmente de la imagen que manteníamos en nuestra mente cuando sudamos la gota gorda en el verano anterior. La gran mayoría del césped aparecía tapado por el manto blanco, los lagos estaban completamente helados y los neoyorquinos disfrutaban de la pista de hielo donde patinaban aprovechando el buen tiempo. Una estampa muy bucólica. El lago de Jacqueline Onassis, la zona acuífera más grande de todo el parque, estaba helado, ofreciendo una sensación muy relajante a nuestra vista.



La verdad es que había merecido la pena arriesgar (porque en esa época lo podíamos haber pasado realmente mal con las inclemencias climatológicas) porque disfrutamos de un Nueva York diferente, desconocido para nosotros, pero como siempre apasionante.


Ahí os dejamos un álbum de fotos:
Nieve en Nueva York

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