Llegamos a este lugar después de un largo periplo en coche que nos llevó desde Venecia hasta Dubrovnik, realizando las convenientes paradas en Trieste, Portoroz, Split, Sibenik y diversas localidades croatas más, y posteriormente a Zagreb y Ljubliana, con sus respectivos altos en el camino también. Después de unos cuantos días disfrutando de la maravillosa zona, arribábamos a un paraje en el que puedes descansar y disfrutar de una naturaleza pura (y aún más unos kilómetros hacia el oeste en el cercano lago de Bohinj dentro del Parque de Triglav) como nos habían recomendado un par de compañeros de trabajo enamorados de esta zona.
Tras encontrar un lugar en el que dormir y desayunar, dimos una vuelta de reconocimiento y pronto optamos por descansar. Pese a la multitud de hoteles y restaurantes tampoco era plan de gastar fuerzas en banalidades. Así que recuperados de la paliza automovilística iniciamos al siguiente día la excursión por el lugar. Ascensión al castillo, donde pudimos beneficiarnos del carnet de prensa para ahorrarnos la entrada y disfrutar de unas maravillosas vistas del lago. Sensacionales, sin duda.
Después del descenso, decidimos visitar el islote que, situado en el centro, hace famosas las imágenes de este lago. Así que cogimos una barca de las muchas que esperan la llegada de turistas y nos dirigimos al lugar, donde puedes ver la citada iglesa, la casa del Preboste y la del Capellán. Bueno, más curioso el trayecto por el lago que la visita en sí, pero agradable.
Y para finalizar la inspección al lugar, un paseo por los márgenes del lago para estirar piernas y disfrutar de la tranquilidad del paraje. Un día muy bueno para desengrasar y recuperar fuerzas. Una zona muy recomendable para los amigos de la naturaleza y que permite realizar rutas y caminatas por el cercano parque de Triglav, del que en otro post trataremos con más tranquilidad.
Ahí os dejamos un pequeño album del lago:
La postal del Lago Bled |