martes, 29 de marzo de 2011

Descubriendo la sopa de alce en Tallin


En nuestro viaje veraniego de 2010 por Escandinavia iniciamos la aventura en la vecina Tallin, al otro lado del Báltico. La capital estonia nos sorprendió por su belleza, su alegría, su buen tiempo y, como después comprobaríamos, por su precio. Todo el que haya viajado a Suecia, Noruega o Finlandia sabrá a lo que nos referimos. Comparado con éstos, Estonia es un paraíso en el que estirar al máximo tu dinero. Lo sabíamos, así que decidimos ir a la aventura gastronómica sin miedo, aunque, como en toda ciudad turística, hay que ir con ojo, que una cosa es que sea más barata que las escandinavas y otra que no caigan en la tentación de sacar partido de los turistas.


Pero lo que no imaginamos es que acabaríamos comiendo más barato que nunca, en plena plaza del Ayuntamiento de Tallin y descubriendo la sopa de alce, un caldo que, superado el prejuicio inicial, resultó ser espectacular. En un ambiente más propio del medievo que de nuestro tiempo, una pequeña puerta en los soportales del edificio del Ayuntamiento (os podéis ahorrar la visita al lugar, muy decepcionante) albergaba este descubrimiento. Sopa de alce a un euro, empanadillas de carne de venado también a un euro y cerveza a euro y medio y una exquisita tarta de manzana que cotizaba a euro, como no podía ser de otra manera, constituyeron un menú más barato que el del McDonalds y bastante más apropiado para la ocasión.


El lugar no perdía detalle. Camarera vestida de la época, decoración medieval, ollas colgando mientras cocían, bancos de madera... Y una penumbra apenas alumbrada con velas que le daba un ambiente idóneo para trasportarse varios siglos atrás. Así que ya sabéis, si viajáis a Tallin, queréis comer o cenar barato y bien y meteros en harina, no lo dudéis.

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